Los costes logísticos son todos los gastos relacionados con el producto o servicio, yendo así desde el transporte del mismo, la obtención de materias primas o la entrega de los pedidos de los clientes y todos los pasos intermedios.
Para reducir el coste logístico, lo primero que debemos tener en cuenta es conocer y saber cómo calcularlo. Puede parecer algo común, pero suele ser el principal problema con el que se encuentran algunas empresas, que desconocen realmente cuál es el coste logístico de su compañía. Por ejemplo, el proceso de logística inversa, que algunas compañías no lo consideran como un coste asociado a la logística, debe ser un proceso a tener en cuenta a la hora de asociarlo como coste logístico.
Algunos consejos para calcular el coste logístico de una compañía es poder verlo de manera global. Además, hay que procurar evitar que el coste logístico se convierta en un indicador qué represente costes no aplicables a los procesos intralogísticos de la compañía. Asimismo, como elemento importante, también es esencial localizar, analizar y valorar todas las actividades y procesos implicados.
A priori, serían todos los costes que se generan en una empresa propios de su actividad productiva. Podemos encontrar cinco grandes tipos de costes logísticos:
Rentabilidad y sostenibilidad han de ser dos conceptos que vayan relacionados dentro de la compañía. Dos ejes que deben asentarse en el funcionamiento de cualquier empresa y, por supuesto, se trata de dos elementos esenciales a la hora de reflejar en el coste logístico.
No es sencillo, pero sí muy necesario, encontrar el equilibrio perfecto entre el coste logístico, la rentabilidad y la sostenibilidad. No únicamente es válido tener en cuenta el estado financiero de la compañía, sino que se debe tener en cuenta para el buen rendimiento de la compañía, la implicación directa de la sostenibilidad en los procesos derivados.
Haciendo referencia a la importancia de políticas sostenibles, el Acuerdo de París, el primer acuerdo universal y jurídicamente vinculante sobre el cambio climático, planteó el objetivo a largo plazo de mantener el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de 2° C sobre los niveles preindustriales y tratar de limitar el aumento a 1,5° C, lo que reduciría considerablemente los riesgos y el impacto del cambio climático. A fin de cuentas, los gobiernos tienen un papel crucial en la consecución de este reto, para empezar, favoreciendo y fomentando que las empresas se impliquen en el desarrollo de éstas políticas, así como fomentando la posterior implicación de los clientes.
Hay que dejar atrás la idea de que la sostenibilidad va en contra de la rentabilidad, ya que en realidad, se trata de todo lo contrario. Hace años, que una empresa apostara por un proceso logístico sostenible, ‘green’, respetuoso con el medioambiente no se consideraba como una práctica rentable, pero hoy en día se trata de todo lo contrario. De hecho, los propios clientes son unos de los mayores conocedores de este comportamiento y comparten esta preocupación. Por ello las prácticas sostenibles son un elemento esencial en cuanto a la percepción de la compañía ante los ojos de los clientes.
Por esta razón, la implicación de los clientes en la elección de empresas medioambientalmente sostenibles, facilita por parte de las empresas, la toma de ciertas medidas orientadas a la consecución de objetivos sostenibles. Además, estas medidas deben de verse reflejadas en el comercio electrónico, cuyo crecimiento se ha acelerado considerablemente durante la pandemia. Los usuarios que adquieren bienes o servicios a través del e-commerce desean que el transporte sea rápido y gratuito. Por ello, es indispensable entender que el aumento de las compras online repercutirá en la existencia de más vehículos en la calle, mayor tráfico, y, por ende, generará un entorno más complejo en cuanto a la fijación de políticas de sostenibilidad.
The Wheel of Change es una teoría que establece una serie de preceptos que, teóricamente, deberían tratar de cumplir cualquier organización que se quiera definir como sostenible. Ahí se incluiría el uso de vehículos de bajas emisiones, o entre otros, el sistema de gestión de rutas eficiente o la intermodalidad en el transporte. Estas son algunas de las medidas que pueden tomar las empresas para ser más sostenibles, pero hay muchas más, entre ellas, emplear embalajes ecológicos, concienciar a los empleados de la necesidad de ahorrar energía y hacerles partícipes de construir una empresa ‘green’.
Hay que tener en cuenta la gran cantidad de eslabones que forman la cadena logística (fabricantes, transportistas, operadores…) A lo largo de todo el proceso se van emitiendo sustancias que contaminan, lo que demuestra la gran importancia de que haya una alineación generalizada entre todos los eslabones. La sostenibilidad no ha de ser una opción, sino una obligación. De nuevo, no obstante, es preciso hallar ese equilibrio entre ofrecer un producto ecológicamente sostenible, pero con un coste logístico que permita el desarrollo de la actividad de la compañía.
Las nuevas tecnologías llevan años siendo una parte imprescindible a lo largo de toda la cadena logística y, a partir de la COVID-19, esta dependencia ha aumentado notablemente. Puede parecer contradictorio, porque es la tecnología, precisamente, la que permite que los envíos se puedan realizar, cada vez, con mayor efectividad y en menor tiempo; generando una necesidad de inmediatez en los clientes.
Dentro de estos avances tecnológicos en la cadena logística, que, entre otros, facilitarán una operativa más sostenible, queremos destacar especialmente dos:
Relacionado directamente con los costes logísticos y, también con la sostenibilidad, encontramos las nuevas fuentes de energía que se pueden utilizar en las carretillas elevadoras. Por ello, hay que hacer mención especial a las carretillas con baterías de litio, que, a diferencia de las de plomo ácido, son capaces de proporcionar una mayor densidad energética y una prolongación de la vida útil del equipo. Además de mejorar de manera notable la operativa en el almacén, las carretillas con baterías de litio son hasta un 30 % más eficientes energéticamente que las tradicionales.
Otra opción existente hoy en día en el mercado es optar por pilas de combustible de hidrógeno. La electrolisis crea electricidad para impulsar un motor eléctrico y genera agua como producto residual. Por ello, no hay emisiones de CO2 o partículas. El problema es que, todavía, la red de distribución de hidrógeno es limitada y compleja, pero no cabe duda de que es una excelente opción en operativas logísticas grandes y complejas.
También hay que mencionar el gas natural, el gas incubado o el butano. Todos se pueden utilizar al ser energías no contaminantes. Entre las características más destacadas de estos gases es que se tratan de energías sostenibles y funcionan como energías "verdes" que no contaminan el medioambiente.
Comprobar la efectividad de las medidas tomadas, medir el grado de cumplimiento, cotejar los resultados anteriores y los actuales, son ejercicios imprescindibles en cualquier negocio para saber cómo está funcionando. Dentro de un almacén, y en toda la cadena logística, también hay que implantar estos mecanismos de medición.
Para ello se utilizan los indicadores KPI (Key Performance Indicator), que se encargan, en lo que a logística se refiere, a medir los resultados de las operaciones desde la recepción de mercancía, el envío de pedidos, hasta el transporte. Estos indicadores deben de de incluirse en el cuadro de mando y el objetivo es tender siempre hacia la mejora continua.
Por último, no podemos terminar este artículo acerca del coste logístico sin mencionar que: todo el coste logístico se puede externalizar. Y esta opción, sería, desde luego, la manera más fácil de poder medir el coste logístico de la compañía.